jueves, 30 de julio de 2009

El guión, antes de su versión final.

Luego de tener unos personajes bien armados seguí en la vía a escribir la historia, decidí ir directo a la escaleta y luego al guión. Me salté varios pasos que algunos escritores recomiendan, como por ejemplo: la premisa y el tratamiento, además de la investigación (esa que recomiendan antes de comenzar a escribir la premisa o el tratamiento), sin embargo esta última la realicé, aunque un poco superficial.

Esto sería un problema en el futuro. Me dejé llevar por mi pasión escribiendo y no razoné que por no pulir aún más mi guión, en un futuro tendría problemas con tratar de acortarlo, entenderlo o interpretarlo.

Por supuesto que mis gustos cambiaron desde que se escribió la historia hasta que empecé a rodar y siguieron cambiando hasta hoy en día, porque soy una persona en crecimiento profesional y empezaba a ver cosas que no me gustaban en la historia y al decidir quitarlas para tratar de acortarla se perdía mucho de la esencia de lo que yo quería contar.

Pero dije que me salté varios pasos, entre ellos destaca la premisa. Eso fue un sacrilegio.

La premisa es lo que se quiere contar, lo que se quiere decir sobre algo en particular, es la visión del escritor, la percepción particular sobre un conflicto. Yo lo tenía… más o menos, pero no lo escribí, no lo dejé claro para mí mismo y como resultado obtuve un corto que tenía una base un poco “aguada”, que se iba a moldear a cada escena, puesto que eso ocurre con las premisas aguadas.

Pensé que quería decir que “el amor no se acaba cuando alguien muere” o “para que se acabe el amor tendrían que morirse los amantes” o “A pesar de la muerte, el amor continua”, esas fueron algunas conclusiones a las que llegué un tiempo después de rodar el corto.

Es por eso que la historia parece una gran despedida. Casi todo lo que ocurre es una despedida. Pero no hay porqué desilusionarse, aún faltan más detalles interesantes.

Luego de terminar mi primera versión, se lo envié a un par de amigos. También estaban pichones como yo y sus opiniones no fueron las más acertadas, proponían cosas como acortar la historia, pero sin el “cómo acortarla” y eso era un gran problema.

El otro gran error en esta etapa de la Revisión fue que por pena a mostrar mi guión a gente con más conocimientos en el área no obtuve un feedback respetable, la única opinión sabia y constructiva que conseguí fue la de mi padre, quien me sugirió que eliminara las escenas con el padre (César), o que la redujera a un minuto, cosa que hoy en día le encontré mucho sentido.

Aunque así hice, no ocurrieron tantos cambios.

La terquedad no es recomendable para alguien que comienza en el cine, eso queda para lección.

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